Usualmente en los diferentes niveles educativos nos proporcionan un documento que avala nuestro paso por esa institución, comprobando que cursamos aprobatoriamente todas las asignaturas que conforman el plan de estudios vigente. Sin embargo, este no es el último eslabón en el proceso de formación profesional, ya que todavía falta presentar un documento probatorio que avale el dominio de los temas abordados durante la carrera universitaria, donde también se plasmen las experiencias o aportaciones en el área. Aunque suena muy sencillo y podría creerse que para escribirlo se necesita sólo de buena disposición y tener una tarde libre, este paso suele ser el más complejo.

Es increíble que durante 4 o más años, el estudiante es capaz de disponer de diversas horas para asistir a las clases, más el tiempo que designa a la realización de los trabajos parciales y finales de cada asignatura, así como las horas que puede pasar en el transporte que lo lleve hasta su hogar;  pero en cuanto obtiene su certificado, esas horas parece que se desvanecen como si nunca hubieran existido, diluyéndose lentamente dentro de la rutina diaria, hasta que la frase “no tengo tiempo disponible para eso” se convierta en la justificación principal de cientos de estudiantes para dejar su proceso de titulación inconcluso.

La temida tesis o documento recepcional requiere todo un proceso de organización personal, que permita crear un momento específico en el día, semana o incluso mes, para poder construirlo. Después precisa que se diseñe un plan de trabajo que permita definir la ruta a seguir, desde la elección del tema que se abordará hasta el planteamiento de las conclusiones obtenidas. Se necesita tiempo para hacer una indagación profunda, o al menos superficial, sobre lo que se quiere plasmar en el documento, de manera que las ideas sean verdaderamente innovadoras o que se reconozca la fuente de consulta utilizada. Posteriormente se debe escoger la forma en que se abordará el tema, ¿será una narración de lo acontecido?, ¿una propuesta relevante para ese campo del saber? o ¿acaso se tratará de un análisis de caso? Las variantes son infinitas, ya que cada persona va plasmando a través de las palabras su forma de pensar, creer y aprender. Pero este proceso requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, lo cual no suena nada atractivo para quienes desean comenzar a trabajar sin volverse a preocupar por las labores escolares o para aquellas personas que, inmersas en la nueva rutina laboral, no encuentran la forma de combinar sus nuevas tareas con los hábitos de estudio.

Paulatinamente, por las razones que hayan sido, resulta cada vez más difícil retomar ese proceso de titulación, las ideas que alguna vez se tuvieron para elaborar el documento comienzan a verse anticuadas o ya se han abordado tantas veces que no hay mucho que aportar al respecto. Las responsabilidades laborales y sociales comienzan a hacerse más evidentes, demandando más y más tiempo, dejando aquellos bosquejos de tesis en el olvido.

Aunque se habla de tesis hasta un nivel educativo superior o incluso en cuestiones de posgrado como maestrías o doctorados, donde se considera que los estudiantes son adultos capaces de organizar su tiempo para cumplir con todas sus responsabilidades. Me parece que las instituciones educativas deberían hacer algo al respecto, es increíble cuántos profesionistas se quedan en ese camino de titulación, incapaces de retomarlo en otro momento, entonces ¿por qué no organizar el currículum de manera que el temido documento vaya tomando forma durante la estancia en la escuela? Esto no significa que al término de la carrera o estudio de posgrado esté todo resuelto, pero al tener un avance importante, sólo se requeriría un poco de dedicación para dar las pinceladas finales. Tal vez de esta manera más profesionistas lograrían contar con su título y no sólo quedarse como egresados de instituciones de nivel educativo superior.