El hecho educativo es social, necesariamente inacabado, complejo, permanente y, por lo tanto estudiado desde sus múltiples (y nuestro juicio innumerables) aristas. El campo educativo es susceptible de diversas comprensiones, diferentes formas de análisis y propuestas. Es un campo de conocimiento (por tanto de batalla teórica y real) donde lo social y lo individual se cruzan, yuxtaponen, oponen y hasta se evitan sin jamás lograrlo del todo.

En la década pasada el investigador educativo Eduardo Remedi (2005), en una Conferencia Magistral del VII Congreso Nacional de Investigación Educativa ( Comie, A.C) propuso trabajar las trayectorias docentes con la categoría de subjetividad constituyente 

“Quizás tardíamente, en el campo educativo nos estamos acercando a una categoría  que permitiese  entender el campo constitutivo de los sujetos  y sus trayectorias en el plano  de la subjetivación que construyen, al trabajar diferentes planos de la constitución identitaria del sujeto, (…)en esta  tensión, acercarse a los procesos de subjetivación  implica la aproximación a un tiempo y un espacio tanto del individuo como del colectivo(…) observar la subjetividad constituyente, consiste en reflexionar  en determinadas articulaciones de espacios y tiempos: individuales grupales , institucionales donde es posible observar su devenir entre lo ”micro cotidiano –individual”  y el contorno “institucional- cultural-social”

Es una categoría, como se observa,  indispensable en el mar picado de las reformas educativas actuales (Meixueiro A. y Ramírez T. Pálido.deluz, No.29: 2013) y puede tener un valor incalculable  si se profundiza en las acciones y actores que las están llevando acabo y los que las contienen, así como en el campo de juego. Lo cual es mayor si viene de un análisis de lo educativo desde la carne, la entraña y la historia  de un actor, profesional de la educación,  con más de cincuenta años de trayectoria y reconocida labor docente, como lo es el maestro José Guadalupe Rincón Andrade.

En su tercer libro, el profesor Rincón,  asume el reto de mirar críticamente la reforma educativa impulsada por la actual gestión federal de gobierno (2012-2018). Esto no hace que renuncie a su subjetividad constituyente, esto es, a observar y diseccionar la misma desde los argumentos históricos profundos que ha acumulado.  Este hecho, la llamada reforma, es indispensable analizarlo, más allá del dolor y el grito en la calle, dado  que está modificando la realidad  del sistema educativo nacional en forma radical y peligrosa y de cuyas consecuencias va a ser difícil estar ajeno, en los años por venir  en este país.

La historia no solo es solo andamio y argumento, en Rincón cuando escribe y habla: es pasión libertaria y justa. Encuentra en la historia y denuncia la inequidad e injusticia como constante. Es contundente: en la situación educativa no puede haber un solo culpable, como así lo sentenciaron al inicio del sexenio, por consigna los medios de comunicación masiva, sentenciando a los profesores de México y colaborando más e enturbiar las aguas educativas. ¿Esta era la finalidad de acusar y denostar profesores?

La historia, en el maestro Rincón, también es amor a la geografía, los ecosistemas mexicanos y a los líderes educativos que intentaron dar otro rostro educativo al país. Por estas páginas desfilan incontables reformas y revoluciones educativas y los autores como Secretarios de estado que las impulsaron. Son los hombres y las circunstancias. Son los hombres puestos, sobrepuestos u opuestos. Son los deseos, los límites y las realidades logradas. El maestro Rincón las cuenta,  analiza  y detalla: textos, contexto y pretextos.

Su subjetividad constituyente lo lleva al momento actual y a defender al Sindicato Nacional de Trabajadores de Educación, en su génesis, trayecto histórico y sentido último. En su irrenunciable papel en defensa de los profesor ante la embestida primero legislativa, luego jurídica y posteriormente laboral que dejará en el futuro inmediato – y esa es la hipótesis- al gremio de los profesores de México- golpeado, mermado, desunido, des-configurado, débil y sin más alternativa que la deserción del sistema, evaluado, reprobado, jubilado, cesado o nulificado. Esa es la apuesta gubernamental y el libro de José G. Rincón, intenta generar un dique, para la indispensable  reflexión y reformulación organizativa de los maestros mexicanos. Si a la organización de los maestros, pero propositiva, creativa, inteligente y ligada a los de su clase.

Estas reformas educativas (así en plural)  se detallan en el texto, son dictadas por organismos internacionales, como políticas públicas para seguir reproduciendo el mismo modelo de sociedad que  tiene a millones en el desempleo, la pobreza, la violencia y la marginación.

No son reformas educativas, a diferencia de otros sexenios, tiempos o países, que partieron de un afán democrático nacional y plural impulsadas por proyectos nacionales, sino de estandarización planetarias. Por requerimientos de unificar indicadores demandados por las competencias y exigencias de rentabilidad y acumulación capitalista actual que explota o excluye. Lo educativo apenas si se reflexiona.  Así lo demuestran los tipos de evaluaciones que practican: sin consideraciones a la particularidad de los actores docentes y sus medios escolares. También los tipos de instituciones que están surgiendo para darle otra vuelta a la tuerca a las verificaciones educativas hechas principalmente a los maestros.

También Rincón da nombres de organismos y personas, que se presentan como puntas de lanza de la crítica magisterial, que esconden  dudosos intereses  empresariales, para los que es claro que la educación debe ser un negocio redituable.

Prepárese y dispónganse a leer el libro más crítico y necesario del Profe. Rincón, que invita a recuperar nuestro pasado educativo y proyectarlo como un haz  de luz hacia el presente y futuro. 

Ciudad de México,  7 de julio 2014