El profesor César Labastida Esqueda es “seleccionado” para representar a su escuela como facilitador local del curso Implementación del nuevo Programa de Estudios: bases teóricas; primera parte. La noticia no fue del agrado del profesor, dado que siempre que hay algo nuevo o un curso tiene la suerte de ser elegido como candidato, sin nunca entender por qué. Uno de los colegas más punzantes le aconseja:
--¡Pinche Labastida, deberías comprarte un boleto de lotería!
Ya sentado en un mesa-banco para niños de sexto año, el afortunado docente comienza a leer su periódico esperando a que comience el susodicho curso. Alcanza a distinguir que van llegando maestros y maestras de otras escuelas. Casi todos son los mismos de otros años. César se pregunta: “¿los reclutarán o comisionarán igual que a mí? ¿Corren con la misma suerte que yo?”
El director, anfitrión de la primaria, recibió a los profesores y les informó que la red gratuita de internet cubría, venturosamente, el salón en el que se encontraban. Labastida cierra el periódico y consulta sus mensajes de correo electrónico en la Tablet, siempre lleva. No encuentra nada nuevo. Y coloca en el buscador la palabra Implementación. Uno de los enlaces lo envía al sitio de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), donde encuentra la siguiente definición:
“Poner en funcionamiento, aplicar métodos, medidas, etc., para llevar algo a cabo.”
Llega por fin el capacitador, que no es otro que el asistente de la supervisora de otros años, conocido como el Profe Pedrito. Un diligente trabajador que ya pinta arrugas como para jubilarse, el mismo que hace algunos años, en la anterior reforma educativa, les trató de convencer que el último grito de la moda pedagógica eran las Competencias. A diferencia de las anteriores ocasiones, se le percibe nervioso.
−Bueno, como todos ustedes saben, la supervisión SEP XVII, Met.346 M nos ha elegido orgullosamente, para hacer el programa piloto del nuevo programa. Así que les voy a leer una presentación que me enviaron.
Entre que se seca el sudor, pasea intranquilo y hace funcionar la computadora, proyector y despliega el power point, al Profe Pedrito se le van 45 minutos sin lograr iniciar la sesión. Mientras tanto, César y otros maestros aprovechan para salir por un atole y un tamal verde. Al regresar, encuentran más o menos el mismo escenario: Pedrito y los restantes profesores inclinados sobre el cañón, tratando en vano de proyectar las diapositivas, enviadas por la Secretaría de Educación.
−Bueno vamos a comenzar, aunque sea así, sin la presentación, −se aplica don Pedrito. −¿alguien que me diga que es la interdisciplinariedad?
−…
−Comencemos por definir esto que dice aquí… ¿qué es diálogo de saberes?
−…
−Bueno, algo más fácil… −corrige con cierta ansiedad don Pedrito. −aquí dice que les pregunte: ¿por qué…la comunidad debe intervenir en los procesos escolares?
−…
−¿No quieren participar?
−A mi me dijeron que hoy nos iban a dar un curso de Rúbricas. −contesta una maestra que porta en el gafete la inscripción “Miss Conchita”, desde el fondo del salón.
−No, el curso es sobre la Implementación de un nuevo…
−Entonces por que nos lo dan como siempre −interrumpe el profesor Mario desde la primera fila. −¿o si nos van a dar cosas distintas?
César percibe cierto clima de tensión y opta por mantenerse a la expectativa.
−¿Cómo como siempre? −dice, cada vez más tenso el profesor Pedrito.
−Pues así. A ti te instruyen para que nos des el curso y nosotros replicamos lo que entendemos en las escuelas.
−Pero el contenido sí es distinto- alcanza a contestar Pedrito.
−Así nos dijiste la última vez y antes de ti nos hablaron maravillas de poner en el centro de los aprendizajes a los alumnos y antes de todos los antes, nos hablaron maravillas de la tecnología educativa. −reclama un viejo maestro desde la fila que da a las ventanas.
−Bueno, como veo que no quieren curso, les voy a enviar por Whatsapp el material del nuevo programa, lo leen (solo son 400 páginas), lo reproducen con sus colectivos escolares y lo implementan…
El profesor César sale de la sesión en silencio, preguntándose todavía por tres palabras que le regaló, esa mañana, el diccionario de la RAE: poner en funcionamiento.