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Domingo, Abril 28, 2024

Una pesadilla cotidiana

Estaba cerca de cumplir trece años. Muy temprano tomaba un autobús de pasajeros de la ruta General Anaya-la Magdalena Contreras que me llevaba a la calle Corregidora, a una cuadra del Zócalo. A partir de allí emprendía el camino a pie por la calle Jesús María. Mi destino: el segundo piso de una vieja vecindad casi en ruinas, de esas vecindades que tenían varios patios, y en donde se cernía un ambiente sórdido y deprimente. Trabajaba en una vivienda de un solo cuarto, oscuro y frío, con el techo muy alto y de cuyas paredes la pintura se caía a pedazos; la habitación siempre olía a mugre y a alimentos descompuestos. Allí vivía una familia conformada por cuatro personas: el papá (mi “patrón”), la mamá y dos hijos pequeños. El piso estaba cubierto por una alfombra que jamás se había lavado. El mobiliario lo formaban una sola cama y una pequeña estufa de petróleo. Mi herramienta de trabajo era una máquina inyectora de plástico. Con ella tenía que verter el plástico caliente en pequeños moldes para fabricar unos cochecitos, mismos que una vez fríos debía quitarles el plástico sobrante con una lija. Una tía materna, de esos familiares metiches, me consiguió ese empleo. Fue uno de los periodos más tristes de mi vida y uno de los más dolorosos, en el sentido de que mientras aprendía, varias ocasiones me quemé los dedos. Con el paso del tiempo, al leer El juguete rabioso, del argentino Roberto Arlt, encontré un párrafo que describe mis sentimientos de esa temporada y que en esa ocasión no supe describir: “Algunas veces en la noche, yo pensaba en la belleza con que los poetas estremecieron al mundo, y todo el corazón se me anegaba de pena como una boca con un grito. Pensaba en las fiestas a que ellos asistieron… con antorchas de sol en los jardines florecidos, y de entre las manos se caía mi pobreza. Ya no tengo ni encuentro palabras con qué pedir misericordia. A mis oídos llegan voces distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí solo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos”.

Llorar y llorar

Estaba sentado en medio de un jardín, cuyo nombre no recuerdo, por el rumbo de los mercados Abelardo L. Rodríguez y de Mixcalco. En ese entonces trabajaba con un herrero arreglando las ventanas de un edificio. Esas eran mis vacaciones entre los periodos escolares, trabajar “para que no andes de vago”, decía mi progenitora. En una ocasión, después de la jornada matutina, los jefes se fueron a comer y me dejaron al cuidado de una máquina para soldar. Mientras comía una torta vigilaba que nadie se la llevara, aunque eso era imposible pues pesaba mucho. Sentía que la gente me miraba al pasar, pero seguramente me ignoraban. Recuerdo que quería llorar. Minutos antes al tratar de abrir una ventana se desprendió un vidrio. Me asomé por el hueco que dejó. Y como si fuera en cámara lenta observé cómo caía de canto. Iba directo hacia la cabeza de un transeúnte. Cerré los ojos. Esperaba escuchar los gritos de dolor y de admiración de la gente que pasaba. Los segundos se me hicieron eternos. Me asomé con cautela. Sólo vi el vidrio hecho pedazos sobre el suelo. El señor no se percató de que estuvo a punto de morir por mi culpa. No podía dejar de pensar que pude haber ido a la cárcel. Eso me provocó una angustia que me duró varias semanas y muchas noches de desvelo. El azar, del que tanto habla Paul Auster en su libro El cuaderno rojo, esta vez estuvo a mi favor y del hombre que casualmente pasaba bajo esa ventana. Los gnósticos dirán que nada sucede al azar, que todo pasa por algo. Han pasado muchos años y aún ignoro porqué me sucedió eso, salvo que la pobreza fue para mí un estigma.

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“pálido.deluz”, año 11, número 161, "Número 161. A 30 años del EZLN: Resistencias, movimientos, proyectos y esperanzas. (Febrero, 2024)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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