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Sábado, Abril 27, 2024

Nota, traducción e ilustración Gabriel Humberto García Ayala

 

Cuando leí parte de la biografía del poeta francés Arthur Rimbaud me asombró su conducta ya que, después de escribir su obra cumbre Una temporada en el infierno a los 19 años, se dedicó a vagabundear, inclusive algunas fuentes señalan que participó en el tráfico de esclavos. No obstante, con la obra señalada antes fue suficiente para que pasara a formar parte del panteón de los poetas franceses.

El colegio donde estudió le abrió el camino a la poesía, para la que demostró estar muy dotado. Su maestro de retórica lo alentó a escribir. En ese entonces a Rimbaud le apasionaba un movimiento literario francés, el parnasianismo, que promovía el arte por el arte, el de amar la poesía sólo por su belleza, movimiento encarnado por Baudelaire.

Sus primeras creaciones poéticas se inspiraron en sentimientos de amor, satirizando a la burguesía y a la iglesia, y a las guerras: criticó al bonapartismo y escribió “Le Dormeur du Val” durante la guerra franco-prusiana de 1870.

Aunque fue muy buen estudiante, Rimbaud escapaba con frecuencia de la escuela:  incluso se fugó a París en 1871. De regreso en Charleville, donde nació, la proclamación de la Comuna dio a Rimbaud su carácter visionario.  

Poco después Rimbaud conoció a Paul Verlaine, a quien admiraba. En París se unió a él, después de haber producido su nueva obra El barco ebrio, ambos autores se hicieron amantes a pesar del matrimonio de Paul. Rimbaud regresó a Charleville, luego partió con Verlaine a Bélgica y a Londres. Después de muchas discusiones Verlaine le disparó a su amante, por lo cual fue encarcelado. Poco después Rimbaud publicó Una temporada en el infierno en la clandestinidad.

Posteriormente Rimbaud viajó por toda Europa, abandonando el arte y la literatura: Stuttgart (donde volvió a ver a Verlaine), Milán, Viena, Estocolmo, Chipre, luego en los puertos del Mar Rojo, Japón, África Oriental, el Cairo, en donde sobrevivió desempeñando diversos oficios como agente de viajes y traficante de armas. Casi toda su vida se sintió acosado por lo que él consideraba un destino sombrío, que vivió hasta su descanso final.

Un dolor en la rodilla lo obligó a regresar a Francia, donde le amputaron la pierna. Murió en el hospital Saint-Jean de cáncer generalizado el 10 de noviembre de 1891.

El escritor italiano Antonio Tabucchi (Sostiene Pereira) recrea un sueño de Arthur Rimbaud en su libro Sogni di sogni, que enseguida reproduzco.

 

Arthur Rimbaud, poeta y vagabundo

La noche del 23 de junio de 1891 en el hospital de Marsella, Arthur Rimbaud, poeta y vagabundo, tuvo un sueño. Soñó que atravesaba las Árdenas. Llevaba su pierna amputada bajo el brazo y se apoyaba en una muleta. La pierna amputada estaba envuelta en la hoja de un periódico en la cual, con grandes letras, estaba impresa una de sus poesías.

Era medianoche y había luna llena. Los prados eran de plata, y Arthur cantaba. Llegó cerca de una cabaña donde había una ventana. Se tendió sobre el prado, bajo un enorme almendro, y siguió cantando. Cantaba una canción revolucionaria y vagabunda que hablaba de una mujer y de un fusil. Al poco tiempo se abrió la puerta y salió una mujer. Era una mujer joven, y tenía los cabellos sueltos. Si quieres un fusil como lo pide tu canción yo puedo dártelo, dijo la mujer, lo tengo en el granero.

Rimbaud apretó su pierna amputada y sonrió. Voy a la comuna de París, dijo, y necesito un fusil.

La mujer lo guió hasta el granero. Era una construcción de dos pisos. En la planta baja estaban las ovejas, y en el primer piso, a donde se subía por una escalera de madera, estaba el granero. No puedo subir allá arriba, dijo Rimbaud, te espero aquí, entre las ovejas. Se tendió sobre la paja y se quitó los pantalones. Cuando la mujer descendió lo encontró listo para hacer el amor. Si quieres una mujer como pide tu canción, dijo la mujer, yo puedo dártela. Rimbaud la abrazó y le preguntó, ¿cómo se llama esta mujer? Se llama Aurelia, dijo la mujer, porque es una mujer del sueño. Y se despojó del vestido.

Se amaron entre las ovejas, y Rimbaud no se separaba de su pierna amputada. Cuando se hubieron amado la mujer dijo: quédate. No puedo, respondió Rimbaud, debo irme, ven conmigo a ver el amanecer. Salieron. Tú no escuchas estos gritos, dijo Rimbaud, pero yo los escucho, vienen de París y me llaman, es la libertad, es la llamada de la lejanía.

La mujer permanecía desnuda bajo el almendro. Te dejaré mi pierna, dijo Rimbaud, cuídala.

Y se dirigió hacia el camino principal. Estaba muy bien, ya no cojeaba. Caminaba como si tuviese ambas piernas. En la calle resonaban sus suecos. El amanecer se pintaba de rojo en el horizonte. Y él cantaba, y era feliz.

 

 

 

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“pálido.deluz”, año 10, número 147, "Número 147. Nuevas rebeldías, nuevos activismos: hacia una educación divergente. (Diciembre, 2022)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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