Hace años la tecnología comenzó a influir de forma significativa y sistemática en el aprendizaje; sin embargo, muy pocos previeron el escenario que la pandemia iba a desencadenar en este importante rubro: docentes que tuvieron que improvisar clases en casa, alumnos que corrían a los denominados cibercafés para no perder asistencia, padres y tutores desesperados intentando explicar aquello que posiblemente hace años no repasaban, es decir, nadie previó los impactos tanto negativos como positivos que se presentarían.
Poco a poco, la improvisación brindó espacio a nuevas oportunidades, al desarrollo de la creatividad y a escenarios disruptivos; aunque esto no ha impedido que América Latina sufriera retrocesos y a pesar de que éstos han comenzado a ser subsanados desde el año pasado, ahora nos enfrentamos a un estancamiento de la educación, lo anterior de acuerdo con el reporte La encrucijada de la educación en América Latina y el Caribe: informe regional de monitoreo ODS4-Educación 2030.
El documento busca identificar los desafíos en educación y las áreas a las que los países han de dedicar atención urgente para lograr los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible. Las paradojas están presentes en el informe, ya que, a pesar de que en los últimos 10 años la cantidad de analfabetos se redujo en 7.7 millones, en las zonas rurales, 12.8 por ciento de la población joven y adulta es aún analfabeta.
México no está exento de las afectaciones; de acuerdo con el Banco Mundial, la pandemia causó en México un rezago que equivale a dos años de escolaridad, antes de la pandemia los mexicanos alcanzaban en promedio aprendizajes correspondientes al tercer grado de secundaria y hoy su conocimiento sólo equivaldría a primer grado.
Los sistemas educativos se enfrentan no sólo a las viejas preocupaciones, sino que además han surgido nuevas tensiones en el objetivo de garantizar el derecho a la educación. Es innegable que los próximos años serán decisivos para el cumplimiento de las metas establecidas, pero además se deben buscar salidas a los retos actuales a través de acciones urgentes y voluntad política.
De forma lamentable, el informe menciona que, respecto del financiamiento de la educación, 15 países de América Latina y el Caribe redujeron su inversión pública en ese ámbito desde 2015; por lo que es fundamental que la inversión gubernamental en cuanto al rubro de educación a largo plazo se mantenga como prioridad para garantizar que la mayor parte de los jóvenes tengan las mismas oportunidades para continuar educándose y desarrollar las competencias que necesitan para contribuir a la sociedad.
Por otro lado, una de las líneas claras para salir del estancamiento en que nos encontramos como región es poner especial énfasis a la tecnología, por lo que el Banco Interamericano de Desarrollo en su informe titulado Tecnología educativa en América Latina y el Caribe expone que la tecnología acelera la recuperación económica, aborda las desigualdades, aumenta el acceso y multiplica el apoyo y el impacto de los padres, mentores, maestros e instituciones de Latinoamérica y el Caribe, y que además más de 500 millones de personas en la región exigen innovación referente a lectura, escritura, aritmética y la adquisición de habilidades y conocimientos del siglo XXI.
Es innegable que con el transcurrir de los años, la educación se ha convertido en un componente significativo, representando un parteaguas en la vida de los niños y adolescentes, ya que es una plataforma que concede la oportunidad de formar ciudadanos, aprender sobre valores y normas e incluso establecer modelos de sociabilización.
Hablar sobre este imperante tema implica también aceptar que hoy son necesarias mejoras urgentes, no sólo se requiere enfocarse en el perfeccionamiento de técnicas de estudio, reconocimiento de nuevos modelos de enseñanza, identificación de avances tecnológicos y su aplicación, o reformar y aplicar nuevas teorías pedagógicas y educativas; hoy es necesario dar un giro de 180 grados y convertir la escuela no sólo en un lugar donde se enseña, sino en un espacio que fomente el aprendizaje, y que no coarte, sino que ayude a crecer, es decir, es primordial repensar el sistema educativo. Tenemos que admitir que hoy más que nunca los sistemas educativos podrían ser un eje trascendental para recuperarnos de la crisis, porque cualquier esfuerzo por mínimo que sea contribuirá al desarrollo del futuro.
La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz.
Confucio
Simón Vargas Aguilar es Analista en temas de seguridad, justicia, política y educación.
Periódico La Jornada
viernes 23 de septiembre de 2022 , p. 14