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Jueves, Noviembre 21, 2024

Carne de yugo ha nacido, más humillado que bello

Con el cuello perseguido, por el yugo para el cuello.

(…) ¿Quién salvará a ese chiquillo, menor que un grano de avena?

¿De dónde saldrá el martillo, verdugo de esa cadena?

Niño yuntero/ Joan Manuel Serrat

 

Nuestra sociedad contemporánea debiera ser la depositaria de los alcances civilizatorios construidos a lo largo de miles de años. Pero dichos beneficios no han alcanzado a legiones enteras de seres humanos postrados en la miseria, el abandono y la explotación. Para estos millones de seres humanos el tiempo se detuvo: por generaciones la herencia recibida por éstos de los inventos y descubrimientos nunca significó el arribo a mejores condiciones de vida sino se tradujo en la enajenación de su persona en intereses, capitales, industrias. En ese mundo ´civilizado’ los esclavistas, conquistadores y despojadores sólo evolucionaron sus formas de explotación e incrementaron las distancias entre quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada.

Mundo civilizado que hoy, en pleno siglo XXI, se presenta con rostros asistenciales, democráticos, razonables, cultos. Rostros que intentan tapar lo evidente: un mundo que no resiste más el saqueo de los recursos naturales para sostener un modelo que urge cambiar. Esa civilización supone ciencia y control de enfermedades terribles, pero ese alcance y beneficio no alcanza para todos, porque está soportado por un sistema capitalista diseñado para incrementar la ganancia de quienes usufructúan el capital, las enormes extensiones y reservas naturales y asumen como condición ‘natural’ el incremento de sus fortunas a costa de la naturaleza y la explotación de la fuerza de trabajo de quienes posibilitan esa acumulación: los trabajadores. De ahí las fortunas y la explicación del crecimiento y empoderamiento de las enormes trasnacionales y organismos financieros que compiten y se reparten las jugosas ganancias.

La reflexión sobre estos tópicos para nada es nueva; las medidas derivadas de cumbres y acuerdos internacionales, que se han intentado no han sido suficientes, ni cumplidas a cabalidad justamente por aquellos que más daño hacen con sus formas de (por decirlo suavemente) interactuar con la naturaleza, aunque, al menos, han posibilitado en foros académicos y formas de organización comunitaria y de resistencia  alternativas interesantes y necesarias para  entender que temas como el calentamiento global, la desaparición de diversas especies, la obligada migración de poblaciones humanas hundidas en la miseria y otras cosas más son, ante todo, el reflejo de una visión utilitarista y despiadada de los grandes capitalistas.

El crecimiento de programas de educación ambiental y desarrollo sostenible cumplen una tarea fundamental que consiste en expandir y difundir una visión alternativa de desarrollo y civilización, que pasa por la revisión de nuestros patrones de conducta e interacción con la naturaleza; es decir, cómo y de qué manera impactan en el necesario y vital equilibrio ecológico nuestras acciones por insignificantes que parezcan. Mas el asunto no se detiene ahí ni queda en una visión apocalíptica e irresoluble de los problemas. Va más allá, consiste en reconvertir patrones irracionales e irresponsables ante la naturaleza por acciones razonables y responsables en cualquiera de los ámbitos en los que nos desempeñamos.

Ese primer paso solo es posible si se acompaña de la revisión histórica de las acciones humanas en este contexto. Y ello supone, por supuesto, el deslinde y nivel de responsabilidades. Esa revisión crítica y fundamentada nos acercará, necesariamente, a entender que la factura de los desastres ambientales la pagamos todos, que todos tenemos un diferente nivel de responsabilidad, pero que la colonización, la apropiación de los recursos naturales, la explotación despiadada de éstos y de la fuerza de trabajo de las comunidades originarias viene de siglos atrás y que apuntalaron un sistema económico capitalista productor de riqueza – miseria que ha evolucionado y cambiado sus  modos por otros, aparentemente, más sofisticados pero igualmente atentatorios contra la naturaleza y la vida y la dignidad humanas de aquellos que subsisten el día a día en condiciones laborales precarias que no debieran caber a estas alturas de la historia.

Como se dijo líneas arriba, los acuerdos, cumbres y compromisos de los países poderosos (Río, Kyoto, Estocolmo, etc.),  responsables en mayor medida, de la emisión de gases contaminantes, arrojo de desperdicios químicos peligrosos a ríos, lagos y océanos, entre otras calamidades, no han sido suficientes, fundamentalmente, porque no todos han cumplido: la razón es simple: no quieren perder sus ganancias desbordadas y, para ellos, el coste ambiental es un efecto no tan significativo como lo es su beneficio económico: la consideración ética  nunca ha sido su prioridad, por supuesto, de lo contrario no estaríamos metidos en este tipo de disertaciones.

El problema ambiental -ciñéndome a la terminología de Édgar Morin-, es un problema complejo. Son muchas las aristas para entenderlo y buscar las soluciones. Nuestros propias conductas y la revisión histórica de la relación humanidad – naturaleza son dos de los principios, pero hay más aristas que revisar para acercarnos a esa visión compleja del asunto. Por supuesto que no pretendo hablar de todas ni agotar sus alcances e importancia. Baste señalar que dar pasos en sentido correcto para entender la problemática ambiental implica pensar en términos de economía, ciencia (biología), filosofía (ética), ciencias sociales, antropología social, geografía, ecología y, en un sentido más amplio, la cultura de los pueblos que  incluye tradiciones, costumbres, cosmovisiones y formas distintas de entenderse como parte del mundo y el universo y no como dueños de éste.

Una visión interdisciplinaria, debe ser, pues, base y fundamento de una educación ambiental tan necesaria en estos tiempos. Algunas instituciones universitarias han ido incorporando las disciplinas ambientales en terrenos profesionales que ante eran ajenos a la problemática. Hoy son una realidad el derecho ambiental y la ingeniería ambiental, a manera de ejemplos. En el terreno educativo, cabe señalar, por supuesto, la labor de instituciones como la UACM, la Universidad de Guadalajara y, de manera destacada, la Universidad Pedagógica Nacional, en la Unidad 095, en la que aun a contracorriente de la visión institucional, sus gestores y diseñadores lograron darle vida al proyecto de la Maestría en Educación Ambiental de la que han egresado muchos maestros y maestras de educación preescolar, primaria y secundaria que han logrado expandir sus dominios profesionales y les ha abierto, en muchos casos, la posibilidad de incursionar en otros terrenos profesionales tanto educativos como de difusión de las ideas. Pero lo más importante, han posibilitado que los beneficios de una preparación profesional solvente y con una visión crítica y de cambio, se haya multiplicado en aquellos que podrán, tal vez, algún día resistir, proponer, organizarse, difundir y participar en el mundo de una manera responsable, vigilante de los derechos humanos, de la preservación de las especies, de la lucha por una mejor calidad de vida. ¿Quiénes son esos beneficiarios, finalmente, de esos programas de educación ambiental? Los niños y jóvenes de nuestras escuelas de educación básica. El mundo requiere un cambio y no cosmético, por cierto, una de las palancas que podemos impulsar es la de la educación ambiental. Hagámoslo.

Sacapuntas

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

La Clase

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán, Armando Meixueiro Hernandez y Oswaldo Escobar Uribe

Orientación educativa

José de Jesús González Almaguer y Norma Olivia Matus Hernández

Tarea

Edmundo Valadés
Joan Margarit
“pálido.deluz”, año 10, número 135, "Número 135. ¿Hacia la derecha?: Universidades, educación superior y capitalismo cognitivo. (Diciembre, 2021)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández,calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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