Desde hace algunas décadas se ha visto a la educación como una oportunidad para transformar la realidad, modificando la manera en que se desarrollan las diversas sociedades del planeta.
Actualmente en nuestro país se están considerando las Epistemologías del Sur que son “el reclamo de nuevos procesos de producción, de valorización de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido, de manera sistemática, destrucción, opresión y discriminación causadas por el capitalismo, el colonialismo y todas las naturalizaciones de la desigualdad en las que se han desdoblado” (De Sousa Santos, 2011, p. 16). En esta concepción consideran a los que Freire en su momento llamó los oprimidos, centrando la atención precisamente en lo que, en palabras de De Sousa, las epistemologías del Norte han olvidado.
Se trata de una alternativa para contrarrestar las injusticias que han vivido miles de personas en diferentes partes del mundo, ya que la discriminación y exclusión están presentes en todas partes. En nuestro caso, esta propuesta permite el reconocimiento de los grupos originarios, así como la resignificación de los conocimientos tradicionales que ellos poseen.
Según De Sousa (2011) las Epistemologías del Sur se centran en tres premisas: que la comprensión del mundo es más amplia que la occidental, que la diversidad del mundo es infinita y que no existe una sola teoría universal. Estas premisas permiten ampliar la visión sobre las distintas sociedades del planeta, para considerar a todos los grupos que las conforman, sin excluir a aquellos que no cumplan con los parámetros que se han establecido históricamente de belleza, inteligencia, éxito, riqueza, poder, entre muchos otros.
En México, la Nueva Escuela Mexicana consideró estas epistemologías para desarrollar su propuesta educativa, lo cual se ve reflejada en la revaloración de los pueblos originarios; ahora se considera no sólo su existencia, sino también todos los conocimientos que han construido a lo largo del tiempo: lenguaje, tradiciones, remedios medicinales, cosmovisión, trajes típicos, costumbres, por mencionar sólo algunos. Considerarlos significa romper con la tradición colonialista que considera como sociedades salvajes a las existentes antes de la invasión europea, la cual también establece la llegada de los españoles como la salvación de los indígenas, minimizando con ello los grandes avances científicos y tecnológicos que habían desarrollado.
De igual manera, reconocer las características reales de cada sociedad, permite reflexionar sobre las verdaderas necesidades educativas presentes en cada región, ya que el contexto social, económico, político y cultural impacta directamente en la construcción de los grupos sociales.
Finalmente, sabemos que a lo largo del tiempo ha habido varias propuestas educativas innovadoras que buscaban defender a los sectores más necesitados de las diversas sociedades, ahora es el turno de las Epistemologías del Sur para hacerlo. Aparentemente, en la Nueva Escuela Mexicana sus aportaciones contribuyen al enriquecimiento de nuestra sociedad al incluir a los pueblos originarios, quienes nunca debieron ser considerados despectivamente, sin embargo, es importante observar los logros de esta propuesta para reflexionar y analizar la funcionalidad de la misma. ¿Podrán ser las epistemologías del sur una alternativa pedagógica a la Nueva Escuela Mexicana? ¿Es posible implementar los principios y valores de ese enfoque en los nuevos programas? Esperamos poderlo ver concretado en nuestra práctica educativa para vislumbrar verdaderos cambios.
Referencias.
De Sousa Santos, B. (2011). Introducción: Las epistemologías del Sur. Formas – Otras. Saber, nombrar, narrar, hacer. IV Training Seminario de jóvenes investigadores en Dinámicas Interculturales. Barcelona. https://www.boaventuradesousasantos.pt/media/Formas-Otras_Dec2011.pdf