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Lunes, Agosto 11, 2025

La guerra del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)

Anahid Nersessian

London Review of Books

Traducción: Gabriel Humberto García Ayala

 

 

Una frontera”, escribió la poeta Wendy Treviño en 2018, “es una ficción cruel”. California tiene cinco fronteras, y de ellas, solo la del océano Pacífico no ha sido completamente forjada por la guerra y la conquista. Descubierta por los europeos por primera vez en 1542, cuando el capitán portugués Juan Rodríguez Cabrillo lideró una expedición española a lo largo de su costa sur, California es la patria ancestral de setenta grupos étnicos diferentes, incluyendo a los ohlone de la región centro-occidental y a los tongva de la zona costera sur que hoy se conoce como Los Ángeles. Hasta 1848, formó parte de México. Cedida a los Estados Unidos tras la guerra entre México y la nación estadounidense, se convirtió en el estado número 31 de la Unión.

A finales de la década de 1960, los movimientos de liberación chicanos comenzaron a reclamarla como parte de Aztlán, el legendario reino de los aztecas, como símbolo de un antiguo derecho a la tierra. Casi la mitad de la población de Los Ángeles es hispana o latina, y la ciudad también tiene la mayor población filipina de Estados Unidos y la mayor población armenia fuera de Armenia. Aproximadamente un tercio de las personas que viven en Los Ángeles nacieron fuera de Estados Unidos.

Estas características demográficas han convertido a Los Ángeles en un blanco predilecto de los ataques de la derecha contra la inmigración, tanto legal como informal. Si el presidente Donald Trump se ha deleitado durante mucho tiempo con pintar San Francisco como un infierno de drogas debido a sus numerosos residentes sin hogar, ha atacado a Los Ángeles con la misma intensidad, si no mayor. En días pasados, a través de X la describió como una “antigua gran ciudad estadounidense” que “ha sido invadida y ocupada por inmigrantes ilegales y criminales”, antes de anunciar que tomaría “todas las medidas necesarias para liberar a Los Ángeles de la invasión migratoria”.

Este tipo de teatralidad fascista no es nada nuevo en Trump, y es imperativo reconocer que la reciente ofensiva migratoria de Estados Unidos no comenzó con un presidente republicano, sino demócrata. Bajo el mandato de Bill Clinton, la patrulla fronteriza triplicó su tamaño, convirtiéndose en la segunda agencia policial más grande del país; bajo el mandato de Barack Obama, el presupuesto del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) comenzó a superar los presupuestos del FBI, la CIA y todas las demás agencias federales de seguridad en conjunto. Durante sus dos mandatos en la Casa Blanca, Obama supervisó la deportación de más de tres millones de extranjeros, más que cualquier otro presidente en la historia.

El ICE, conocido popularmente como "la migra", es un instrumento de la llamada guerra contra el terrorismo. Fundado en 2003, detuvo y deportó con rapidez a miles de hombres musulmanes, árabes y del sur de Asia, todos ellos considerados amenazas a la seguridad nacional tras el 11-S. A principios de este año, el ICE participó en el arresto de Mahmoud Khalil, estudiante de posgrado de la Universidad de Columbia, quien fue detenido por su participación en las protestas de solidaridad con Gaza y permanece en un centro de detención migratoria en Luisiana. Khalil, titular de una tarjeta de residencia permanente (Green Card), se encuentra legalmente en Estados Unidos, al igual que muchos de los objetivos recientes del ICE. Entre ellos se encuentra Kilmar Ábrego García, quien fue arrestado sin acusación formal y deportado a una prisión de máxima seguridad en El Salvador. (La Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que la deportación de Ábrego García era ilegal; fue devuelto a Estados Unidos el 6 de junio y actualmente se encuentra recluido en una prisión de Tennessee).

Estos casos de alto perfil son solo la punta del iceberg, pero dan una idea de los principales objetivos del ICE bajo el gobierno de Trump: extranjeros involucrados en protestas contra la guerra de Israel en Gaza y extranjeros hispanos o latinos. El ICE también tiene en la mira a inmigrantes de otros orígenes étnicos: la cuenta X del Departamento de Seguridad Nacional muestran fotografías borrosas de hombres filipinos y haitianos, así como mexicanos y centroamericanos, siendo esposados ​​por agentes del ICE, con subtítulos que los acusan de delitos como violación y homicidio. Pero debido a la relativa porosidad de la frontera entre Estados Unidos y México, son los mexicanos y las personas de sus países vecinos quienes inflaman la imaginación racista estadounidense. Estos son los "bad hombres" a los que Trump se refirió infamemente en su debate de 2016 con Hillary Clinton, los capos de la droga y pandilleros que deben ser eliminados de la población respetuosa de la ley y presuntamente blanca. En un comentario que desde entonces se volvió viral, Conor Simon, residente de Honesdale, Pensilvania, observó:

Es realmente difícil comprender que el tipo que ha estado haciendo mi pizza durante 25 años sea un gánster y un terrorista, y que quien se presenta en un coche sin distintivos, con máscara y chaleco antibalas para llevárselo sea, de alguna manera, el bueno”.

Trump puede inventar historias escalofriantes sobre "bad hombres", pero los videos de redadas recientes del ICE cuentan una historia diferente. La madre de un recién nacido es esposada y empujada, cabeza abajo, dentro de un vehículo sin distintivos, mientras su familia grita, los vecinos filman, y su bebé acunado por una mujer que llora. Un niño pequeño llora mientras su padre es arrojado a la parte trasera de una camioneta. Niños cuyos padres han sido detenidos sollozan en el suelo del gimnasio de un colegio, sin saber si volverán a ver a sus familias. Las redadas no han sido en antros de drogas ni en redes de tráfico sexual. Han sido en restaurantes, escuelas, hospitales y juzgados.

Las protestas que estallaron a principios de mayo en Los Ángeles son a la vez un fenómeno autónomo y una continuación de la rebelión de George Floyd de 2020 y la campaña estudiantil contra la guerra en Gaza. Los manifestantes han sido gaseados, disparados en la cabeza con munición "menos letal", golpeados, pisoteados con caballos, atropellados y detenidos. El Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), al igual que muchos departamentos de policía en Estados Unidos, entrena con soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), y se puede apreciar, en su respuesta a los manifestantes, el mismo impulso libidinal de fuerza desproporcionada que se ha utilizado contra los niños que lanzan piedras a los tanques en Cisjordania. En Los Ángeles, los manifestantes han desenterrado piedras de los jardines que recorren los bulevares más grandes y las han lanzado contra los vehículos sin identificación del ICE, o bien las han dejado caer desde pasos elevados de la autopista sobre furgonetas del LAPD.

En las redes sociales hay fotografías de manifestantes con carteles que dicen cosas como "Guardia Nacional jajaja" y "Yo tomo mi horchata caliente porque al carajo con el ICE".

Hay videos de personas montando sus bicicletas en círculos alrededor de la policía, ondeando enormes banderas mexicanas. Un adolescente, sosteniendo una patineta mientras camina a través de una lluvia de balas de goma, se da la vuelta y les hace un gesto obsceno a las docenas de policías que le disparan. En otro video, un hombre negro mayor regaña a un oficial negro del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles por obedecer las órdenes del ICE, que, según él, está dirigido por supremacistas blancos. Hay pruebas que respaldan esta afirmación: el Boston Globe informó la semana pasada que un agente que realizaba una redada en Martha's Vineyard lucía un tatuaje popular entre los neonazis, y en febrero, un fiscal del ICE en Texas fue vinculado a una cuenta de supremacistas blancos en X.

Algunos manifestantes se han sentado en la autopista, bloqueando el paso de las furgonetas del ICE; otros se han parado con la cara descubierta, en camisetas y vaqueros, frente a filas de policías enmascarados y fuertemente armados, mirándolos con frialdad. Otros han lanzado cócteles molotov e incendiado patrullas. Todos hemos pasado el último año viendo cómo veinteañeros desarmados eran golpeados y baleados por protestar contra un genocidio, y todos hemos pasado los últimos seiscientos días presenciando un genocidio. Es absurdo sugerir que el Estado, cualquier Estado, necesite un pretexto para mutilar o matar, para arrestar o deportar. El ICE llega, a toda máquina, para arrancar a los niños de los brazos de sus padres, el Departamento de Policía de Los Ángeles dispara a personas en sus casas, y el presidente y sus compinches anuncian a viva voz sus planes de suspender el habeas corpus y encarcelar a los disidentes, sean ciudadanos o no.

Hace algunos días, justo antes de que comenzaran las protestas, caminé por el campus de la Universidad de California en Los Ángeles, donde doy clases, para administrar un examen final a mis alumnos. Durante la toma de posesión del nuevo rector de la universidad, Julio Frenk, exsecretario de Salud de México, miembros fuertemente armados del Departamento de Policía de Los Ángeles se alineaban a los largo de uno de los andadores del campus universitario. Llevaban las armas en bandolera, listos para apuntar, y al pasar junto a ellos imaginé a un agente novato, sobresaltado por el petardeo de un coche o el crujido de una rama, disparándome en la cabeza. Al llegar a mi aula, les pregunté a mis alumnos si la presencia policial les causaba más ansiedad que el examen. Dijeron que tenían un miedo diferente: que el ICE hiciera una redada en su graduación.

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“pálido.deluz”, año 14, número 178, "Número 178. Educadores indisciplinados. (Julio, 2025)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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