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Martes, Diciembre 24, 2024

Antón Chéjov

 

Traducción y nota Gabriel Humberto García Ayala

 

Nota. Vladimir Nabokov (Lolita, Ada o el ardor) en su curso de literatura rusa señaló que “Chéjov nunca participó en movimientos políticos, no porque la triste situación de su pueblo le fuera indiferente, sino porque no se sentía llamado a la actividad política: él también servía a su pueblo, pero de otra manera. Pensaba que lo primero necesario era la justicia, y durante toda su vida alzó la voz contra la injusticia de toda índole; pero lo hizo como escritor. Chéjov era, ante todo, individualista y artista. Los críticos que escriben sobre él repiten a menudo que no entienden qué fue lo que lo impulsó, en 1890, a emprender un viaje arriesgado y fatigoso a la isla de Sajalín para estudiar la vida de los que allí vivían sentenciados a trabajos forzados.”

 

 

El sueño de Chéjov

Una noche de 1890, mientras se encontraba en la isla de Sajalín, donde había ido a visitar a los detenidos, Antón Chéjov, escritor y médico, tuvo un sueño. Soñó que estaba en un corredor de un hospital y que le habían puesto una camisa de fuerza. Junto a él estaban dos ancianos decrépitos que representaban su locura. Él estaba despierto, lúcido, seguro y habría querido escribir la historia de un caballo. Llegó un doctor vestido de blanco y Antón Chéjov le pidió una pluma.

Usted no puede escribir porque es muy teórico, dijo el doctor, usted es un pobre moralista, y los locos no pueden permitírselo.

¿Cómo se llama usted?, le preguntó Antón Chéjov.

No puedo decirle mi nombre, respondió el doctor, pero sepa que odio a quienes escriben, especialmente si son muy teóricos. La teoría arruina al mundo.

Antón Chéjov tuvo deseos de abofetearlo, pero mientras tanto el médico se había despintado los labios y estaba volviendo a maquillarse. Después se puso una peluca y dijo: soy su enfermera, pero usted no puede escribir, porque es muy teórico, usted es solo un moralista, además fue a Sajalín en bata . Y al decirle esto le liberó los brazos.

Usted es un pobre diablo, dijo Antón Chéjov, pero no siquiera sabe qué cosa son los caballos.

¿Por qué debería conocer los caballos?, preguntó el doctor, solo conozco al director de mi hospital.

Su director es un asno, dijo Antón Chéjov, no es un caballo, es una bestia de carga, ha llevado tantas en su vida. Y después agregó: permítame escribir.

Usted no puede escribir, dijo el doctor, porque usted es un loco.

Los ancianos que estaban junto a él se dieron vuelta en la cama y uno de ellos se levantó para orinar.

No importa, dijo Antón Chéjov, le regalaré un puñal para que pueda ponerlo entre sus dientes; y con el puñal en la boca besará al director de su clínica e intercambiará un beso de acero.

Y luego rodó sobre su costado y comenzó a pensar en un caballo. Y en un cochero. Y el cochero era infeliz porque quería contar a alguien la muerte de su hijo. Pero nadie lo escuchaba, porque la gente no tenía tiempo y lo consideraban un petulante. Y entonces el cochero le contaba a su caballo, que era una bestia paciente. Era un viejo caballo que tenia ojos humanos.

Y en aquel momento llegaron a galope dos caballos alados montados por dos mujeres que Antón Chéjov conocía. Eran dos actrices, y llevaban en la mano un ramo de cerezo en flor. El cochero ató a los dos caballos a su landó, Antón Chéjov se acomodó en el asiento y la carroza despegó en el corredor del hospital, se deslizó a través de una de las grandes ventanas y se elevó hacia el cielo. Y mientras volaban entre las nubes veían al doctor con la peluca que hacía gestos de enfado y los insultaba. Las dos actrices dejaron caer dos pétalos de flores de cerezo y el cochero sonrió diciendo: quisiera contar una historia, es una historia triste, pero creo que puede entenderme, querido Antón Chéjov.

Antón Chéjov se apoyó en el respaldo, envolvió una bufanda alrededor de su cuello y dijo: tengo todo el tiempo, soy muy paciente y amo las historias de la gente.

 

Antón Pavlovich Chéjov (1860-1904). Escritor y dramaturgo ruso. Fue médico, pero ejerció la profesión solo durante las carestías y las epidemias. Estuvo enfermo de tisis. En 1890 atravesó Siberia para llegar a la remota isla de Sajalín, sede de una colonia penal, y escribió un libro sobre las terribles condiciones de los presos que allí vivían. Amó a una actriz de teatro. Escribió novelas, dramas y comedias. Habló de la cotidianidad, de la gente común, de los pobres, de los niños, de las pequeñas grandes cosas de la vida.

A.T.

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