Cuando Joaquín Bustamante nos invitó al Primer Coloquio Regional de Educación Ambiental en Puerto Peñasco, Sonora, a finales de noviembre del 2018, por intermediación de nuestro amigo Rafael Tonatiuh Ramírez, nunca imaginé los excepcionales aprendizajes que tendríamos en ese lugar.

Localizado entre el desierto de Altar y el mar de Cortés, la ciudad de Puerto Peñasco representa un espacio natural de contrastes significativos; de tal modo que su origen se entiende por la necesidad de sobreviviencia que un grupo de pescadores fue satisfaciendo allá por la década de los veinte del siglo pasado, repitiendo algunas de las experiencias de las comunidades tohono O’odham, que recorrían el territorio del noroeste de Sonora y que, antes de las misiones jesuitas y el dominio español, se movían en forma estacional y nómada a través del desierto.

El grupo de pescadores que se asentaron en un costado de la axila de la República Mexicana, abrevando de la diversidad marina que el Golfo de California proveía, fue constituyendo la ciudad en la región de “Rocky point”, denominada así por el legendario teniente inglés Robert William Hale Hardy de la marina Real Británica, quien se tropezó allí, buscando perlas y metales preciosos.

Así que, al ser invitados al Coloquio Regional, le pregunté a Rafael Tonatiuh:

—Pero Tona, ¿de qué hablaremos en el evento? Desconocemos mucho de la región y su cultura.

—Estimado Armando, es una buena oportunidad para conocer e intercambiar con las personas de Puerto Peñasco y confirmar la problemática ambiental de esa zona. Al parecer, allí está duro el conflicto de la vaquita marina.

Con esa reducida información pero con entusiasmo, emprendimos el ejercicio de investigación sobre el caso de la vaquita marina. Encontramos un par de documentales que abordaban el asunto: un programa de canal once del 2016, titulado “El rescate de la vaquita marina. Un desafío nacional” y otro documental en youtube, de corte amarillista y catastrófico. Además de algunos artículos y tesis sobre el tema.

Armados con esa información y con nuestras experiencias en educación ambiental en la Maestría de la Universidad Pedagógica Nacional UPN095 Azcapotzalco, nos encaminamos a Puerto Peñasco, guiados por la radiante perspectiva de Joaquín Bustamante. Entonces comenzaron todos los aprendizajes y las experiencias entrañables.

Llegamos al museo de la Reserva de la Biosfera el Pinacate y Gran Desierto de Altar donde tuvimos nuestra primera experiencia con sus habitantes y con la región. Las personas con quienes convivimos (agradables, generosas y amables) contrastaban con la naturaleza del lugar (árida, punzante, hostil y misteriosa). No podremos olvidar el buen humor y sencillez del conductor de la camioneta que nos transportó por toda la zona, el estimado don Manuel Morales Valles.

Más tarde, nos encontramos con estudiantes y profesores de “Rocky Point” con quienes dialogamos y tuvimos un intercambio fecundo sobre temas educativos y ambientales.

Al día siguiente, como prólogo del Coloquio, iniciamos el desayuno con maestros de Puerto Peñasco. Allí conocimos al realizador Ricardo Colorado quien presentaría su documental “La otra parte: La historia no contada del narco” como evento de cierre. Y que fue todo un éxito.

Ya en el Coloquio presentamos nuestra experiencia en Cine y educación ambiental, haciendo énfasis en los documentales sobre la vaquita marina. También escuchamos la problemática de los pescadores en Puerto Peñasco, por lo que nos dimos cuenta que el dilema del rescate del cetáceo es más complejo de lo que podemos imaginar.

Los argumentos para cuidar a la especie en peligro de extinción y que percibimos sobre todo en los medios de comunicación masiva, están sesgados, en general, por una lectura biologicista, sin consideración de todo el entramado político, social y cultural en el que se encuentra. Así, los pescadores de Puerto Peñasco nos hicieron ver la complejidad de la situación, aludiendo a otros factores asociados con ese problema: la precarización de la economía en la zona, la pesca ilegal de la totoaba, la contaminación del golfo de California, la problemática del afluente del río Colorado desde EEUU, etc.

En el lobby del auditorio donde se realizó el Coloquio, se exhibió una muestra fotográfica de la artista Jesusa Gamboa, mujer sensible nativa de Puerto Peñasco. La exposición abundaba en paisajes de la región con los finos contrastes y claroscuros del desierto de Altar y la belleza seductora de las playas del municipio, en el amanecer y en el crepúsculo.

Posterior al Coloquio asistimos a la casa de Víctor Alemán, artista jalisciense afincado en Puerto Peñasco desde 1991. El extraordinario anfitrión ha desarrollado en su hogar un admirable espacio artístico y ambiental en el que se conjugan esculturas, plantas del desierto y una composta sustentable.

Uno de los organizadores y moderadores del Coloquio que destacó por su generosidad, entusiasmo y experiencia fue el Maestro Carlos Duarte, quien nos compartió conocimientos y saberes acerca de la ciudad y sus habitantes, que están ávidos por progresar, conocer otras experiencias culturales y desarrollarse con una sincera calidad de vida.

Agradezco a Joaquín y a todas las personas que nos recibieron cordialmente la oportunidad de intercambiar experiencias educativas con la comunidad de Puerto Peñasco.