Cuando miras a la luna, ¿qué ves? A lo largo de la historia de la humanidad, millones de personas creyeron haber visto un rostro. Hoy, sin embargo, estamos bastante seguros de que el “hombre de la luna” realmente no nos mira con desprecio. Más bien, somos nosotros los que estamos mirando nada más que cráteres de 4.500 millones de años.
Pero, ¿cómo sabemos que no vida en la luna? Bueno, porque los científicos refutaron esa hipótesis utilizando poderosos telescopios para examinar cuidadosamente la superficie de la luna.
La ciencia generalmente está abierta a todas las ideas, ¡incluso a la de que hay un hombre en la luna! – pero los prueba rigurosamente. Los científicos buscan explicaciones de cómo funciona el mundo y tratan de considerar cada idea que pueda explicar cualquier fenómeno dado.
Luego, a través del proceso de cuestionamiento crítico, observación cuidadosa y experimentación repetida, intentan discernir la explicación que es más probable.
Por ejemplo, si le explicaras el dedo quemado a un científico diciéndole que fue asado por el aliento de fuego de un dragón, tendrías que demostrar que no hay otras explicaciones más probables y válidas para tu quemadura.
De lo contrario, su teoría simplemente no se sostiene con el método científico y seguirá siendo solo otra afirmación sin fundamento.
El método científico se ve reforzado por un escepticismo constante que desecha las malas ideas y destaca las buenas. Y como los científicos saben mejor que nadie que el pensamiento humano es falible, constantemente desafían los modelos explicativos de los demás.
Es este escepticismo lo que les ayuda a encontrar y corregir errores incluso en teorías científicas bien establecidas. Copérnico hizo exactamente eso cuando burló siglos de pensamiento científico al proponer un modelo astronómico heliocéntrico, en oposición a uno geocéntrico, es decir, que la Tierra orbita alrededor del Sol, no al revés.
Al mantener un escepticismo impasiblemente científico, solo sobreviven las mejores explicaciones, lo que asegura una comprensión más profunda del universo.