Según el enfoque subjetivo, el conocimiento científico es un conjunto de clases especiales de creencias que mantienen los científicos. Una creencia sería científica, y por tanto sería considerada parte del conocimiento científico, si el individuo puede convencerse de que está justificada. El tipo de justificación exigido o permitido dependerá de los detalles de la teoría epistemológica que se adopte. Por ejemplo, un inductivista extremo exigirá que todo el conocimiento se derive, en última instancia, de los resultados de las experiencias sensoriales directas, mientras que un filósofo influido por Descartes o Kant podría considerar posible que un individuo justifique algún conocimiento mediante la introspección y un razonamiento cuidadoso. Sea cuales fueren los detalles de la postura epistemológica que adopte, la principal característica del enfoque subjetivo sigue siendo el hecho de que el conocimiento científico se construye a base de conjuntos de creencias que el individuo puede justificar de alguna manera.[...]
Desde el punto de vista subjetivista, el estudio detallado de la ciencia y de su desarrollo supondrá los siguientes tipos de preguntas. ¿Cuál es la naturaleza de las experiencias perceptuales? ¿Qué tipo de cambio psicológico tiene lugar en un individuo cuando abandona una teoría y adopta otra? ¿Qué tipos de razones o causas son efectivas o deberían ser efectivas a la hora de producirse un cambio? ¿Qué convenció a Galileo de que Copérnico tenía razón? ¿Por qué fue cada vez más fácil que la gente creyera que la tierra se movía a medida que avanzaba el siglo XVII?
Según el segundo punto de vista, el enfoque consensual de la ciencia, las creencias de los científicos están subordinadas a las de un tipo especial de comunidad, la comunidad científica. El conocimiento científico comprende aquellas teorías aceptadas por la comunidad. [...] El enfoque consensual se presta fácilmente a una interpretación relativista.
Las cuestiones que interesan al enfoque consensual de la ciencia serán algo distintas de las que interesan a los subjetivistas y tenderán a considerar importantes para el estudio de las teorías científicas [...] cuestiones como las siguientes: ¿Cuáles han sido las normas que las comunidades científicas pasadas han exigido de las teorías científicas? ¿Qué razones o causas son efectivas o deberían ser efectivas a la hora de producirse un cambio en las teorías o normas de una comunidad? ¿En qué tipos de circunstancias se puede alcanzar el consenso? ¿Cuáles son las importantes diferencias que hay entre las comunidades que han alcanzado un consenso con relación a sus respectivos campos y las que no lo han logrado? ¿Cuáles fueron las principales causas del cambio de consenso concerniente a la naturaleza del universo que constituyó la revolución copernicana?
Desde el tercer punto de vista, el objetivista, constituye un error considerar que el conocimiento científico es un conjunto de creencias, ya sean individuales o colectivas. Las teorías científicas tienen una existencia autónoma independiente de la opinión consensual o individual, a pesar de que la participación de los científicos como individuos y de las comunidades de los científicos sea necesaria para generar y desarrollar esas teorías. La ciencia es un proceso sin sujeto. Las teorías científicas mantienen ciertas relaciones entre sí y con los datos disponibles, tienen ciertas consecuencias, las teorías son coherentes o incoherentes, consecuentes o inconsistentes, etc., y poseen propiedades independientemente de que los científicos o las comunidades de científicos sean conscientes de ellas o no. [...]
El enfoque objetivista lleva a preguntas del siguiente tipo: ¿Cómo se relaciona esta teoría con los datos disponibles? ¿Es coherente esta teoría y proporciona predicciones nuevas? ¿Cuál es la relación entre la teoría de Newton y la de Einstein? ¿Hay algún sentido en el que se pueda decir que la ciencia progresa?
Referencias
Chalmers, A. (1982)¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos, Siglo Veintiuno, Madrid 1982, p. 145-148.