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Lunes, Agosto 11, 2025

Beverley Milton-Edwards y Stephen Farrell
London Review of Books
Traducción Gabriel Humberto García Ayala

 

La historia de Hamás resulta ininteligible sin referencia a la notable vida de su fundador, Ahmed Yassin, quien nació en 1936, año de la Gran Revuelta contra los británicos, y su vida siguió una trayectoria que, en muchos sentidos, es un reflejo de la propia Palestina. En 1948, su pueblo natal, cerca de Ascalón, fue sometido a una limpieza étnica por parte de las fuerzas israelíes y su familia se vio obligada a huir a Gaza, donde quedó paralítico a causa de un accidente infantil. Se convirtió en un clérigo rebelde y un carismático predicador de la liberación nacional. Cuando no daba sermones en la mezquita de Al-Abás en la ciudad de Gaza, Yassin dirigía una organización cívica religiosa para prestar servicios sociales que la ocupación israelí descuidó o destruyó. Pero la vida bajo la ocupación le llevó a concluir que la lógica de Gaza era la de la guerra, no la de aliviar las penurias. Fue arrestado por primera vez por Israel en 1984, cuando las fuerzas de seguridad del Estado descubrieron que su organización benéfica estaba acumulando armas. Fundó Harakat al-Muqawamah al-Islamiyyah, el Movimiento de Resistencia Islámica, o Hamás, después de ser liberado en 1985 a cambio de algunos soldados israelíes capturados.

La reunión fundacional de Hamás se celebró en la casa de Yassin en Gaza en 1987, al comienzo de la primera intifada. Asistieron profesores, médicos, ingenieros y aspirantes a revolucionarios que atesoraban el recuerdo de 1936 y las heridas de 1967. En lugar del elusivo acuerdo político con Israel que buscaban Yasser Arafat y la OLP, las herramientas de Hamás serían la bomba y el cuchillo. Tras la primera intifada, Yassin fue arrestado de nuevo y condenado a cadena perpetua, permaneciendo en régimen de aislamiento durante largos periodos. Fue liberado hasta 1997 (como consecuencia del intento de asesinato por parte de Israel de Khalid Mishal, jefe de la oficina política de Hamás en Amán), mucho después del acuerdo de Oslo, que fue considerado por Hamás y muchos otros como una capitulación. Para cuando fue liberado, Yassin era quizás más conocido que cualquier otra figura política palestina, aparte del propio Arafat. En Gaza recibió una bienvenida de héroe. Pero los años de prisión le habían pasado factura. Confinado en silla de ruedas y casi ciego, seguiría siendo el líder espiritual de Hamás, pero su capacidad de liderazgo práctico era limitada. Sus dolencias no lo protegieron: en 2004 fue asesinado en la ciudad de Gaza por un helicóptero de combate israelí.

Desde la muerte de Yassin, Hamás ha tenido tres generaciones de líderes. El sucesor natural fue Abdel Aziz al-Rantisi, un médico al que las autoridades israelíes le impidieron ejercer la medicina y que, en cambio, se dedicó a fomentar la actividad política entre los profesionales de la salud. Nacido al comienzo de la Nakba, Rantisi era una década más joven que Yassin y había estado presente en la fundación del movimiento. Sin embargo, su mandato duró solo un mes antes de que él también fuera asesinado. Mishal, nacido el año de la Crisis de Suez, fue el primer líder de Hamás que vivió, por precaución, fuera de los territorios ocupados. Desde Amán, Doha y Damasco, condujo a Hamás a una contundente victoria en las elecciones palestinas de 2006. En 2017, le sucedieron Ismail Haniyeh y Yahya Sinwar, ambos nacidos en Gaza en 1962. Haniyeh vivió la mayor parte de su vida en una modesta casa en Al-Shati, al norte de Gaza. Cuando asumió la dirección de la oficina política de Hamás, siguió el ejemplo de Mishal y se trasladó a Doha, dejando a Sinwar a cargo de los asuntos internos de la Franja. El pasado julio, Haniyeh fue asesinado en Teherán, probablemente por una bomba detonada a distancia. Tres meses después, Sinwar fue abatido por un tanque israelí en el sur de Gaza, a menos de ocho kilómetros de su lugar de nacimiento.

A pesar del éxito que Israel ha tenido en el asesinato de líderes de Hamás, ha tenido muy poco para detener la expansión del movimiento. Esto se debe en parte a que no existe un solo Hamás, sino tres. Existe el movimiento político, moldeado por la ideología religiosa y comprometida con el fin de la ocupación israelí de Palestina mediante la lucha armada. Fue fundado por un hombre (Yassin) en un lugar específico (Gaza) en un momento específico (finales de la década de 1980). Tiene una jerarquía y una política interna. Tiene una historia. Luego está el Hamás que existe en la mente del establishment político y de seguridad israelí. Este es un Hamás imaginario, pero la imaginación se nutre del conocimiento: este Hamás es despreciado, pero también respetado a regañadientes. También existe el tercer Hamás, que solo existe en los pronunciamientos públicos de los políticos israelíes y, crucialmente, en Occidente. No es tanto una organización como un ejemplo del salvajismo primigenio de Oriente Medio, uno de los muchos enemigos caricaturescos de Occidente. Es un Hamás sin historia, uno que emergió plenamente formado.

Israel ha tendido a combatir al Hamás de su propia creación en lugar del Hamás conocido por los académicos serios, aunque durante muchos años el estudio fundamental sobre el movimiento fue realizado por dos israelíes: Shaul Mishal y Avraham Sela en su libro The Palestinian Hamas, publicado en 2000. Mishal y Sela describieron un movimiento social con profundas raíces entre la gente común. Intelectualmente, tomó elementos de los principales pensadores políticos y religiosos de la tradición reformista islámica: Rachid Ghannouchi en Túnez y Hassan al-Turabi en Sudán. Hamás no era una banda de criminales, sino una fuerza política y social bien organizada. Dividió la Franja de Gaza y Cisjordania en distritos y subdistritos, y los subdividió en unidades locales lideradas por miembros del movimiento. Ejerció una presión implacable para imponer normas religiosas conservadoras, con el objetivo de una resistencia pura, y por lo tanto fuerte, purgada de escépticos y opositores, incluyendo a los partidarios de Fatah, el partido más poderoso dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La presencia de Hamás en todos los niveles de la sociedad, brindando asistencia social y atención médica, así como educación religiosa, garantizó un nivel básico de apoyo.

El atractivo de Hamás combinaba ideología y pragmatismo político. Mientras la OLP se abría paso a la aceptación de la partición, plasmada en los Acuerdos de Oslo, Hamás mantuvo su compromiso, al menos en principio, con la liberación de toda la Palestina histórica. Su carta constitutiva original, publicada en agosto de 1988, defendía objetivos políticos muy similares a los de la OLP, pero redactados en un lenguaje explícitamente religioso, reforzado por el antisemitismo. Mishal y Sela argumentaron, sin embargo, que, a pesar de su imagen de organización fundamentalista dogmática, Hamás era, de hecho, impecablemente pragmático. Sus documentos internos se caracterizaban por el «realismo político». Podía ser comunitario y reformista cuando el momento lo exigía y recurrir a la rebelión violenta cuando surgía la oportunidad. Sus métodos eran la “violencia controlada, la coexistencia negociada y la toma de decisiones estratégicas”. Hamás no era un movimiento de liberación nacional laico: su definición de victoria era una Palestina restituida al dominio islámico y palestino. Pero se entendía que eso estaba muy lejos. El movimiento trabajó para promover el conservadurismo religioso desde abajo a través de sus proyectos sociales. A menudo, planteaba cuestiones políticas con referencias religiosas; en particular, las decisiones políticas poco ortodoxas o polémicas se justificaban recurriendo al lenguaje religioso. Sin embargo, muy poco de Hamás se explicaba por el fervor religioso. La principal función práctica de su religiosidad, argumentan Mishal y Sela, era impulsar la movilización de todas las clases sociales.

El brazo armado de Hamás, las Brigadas Al-Qassam, se formó en 1991. Sin embargo, durante su primera década de existencia, la realidad fue bastante distinta de la imagen de militantes parapentistas con la que ahora se asocia. Sus cuadros, mal armados, pasaban la mayor parte del tiempo moviéndose entre el campo y los apartamentos de sus madres. Con suerte, tenían acceso a algunas metralletas interceptadas (principalmente Uzis y Carl-Gustaf m/45). Israel esperaba que la Autoridad Palestina en Cisjordania proporcionara una réplica del autogobierno y una vía de escape segura, aunque ineficaz, para las demandas palestinas de liberación. Sin embargo, las deficiencias de la AP siguieron generando justificaciones para formas de lucha más activas, que Hamás aprovechó. En 1994, llevó a cabo su primer atentado suicida dentro de Israel tras la masacre de 29 palestinos perpetrada por un extremista judío de extrema derecha en la Tumba de los Patriarcas en Hebrón. Tras la entrada en funcionamiento de los túneles de Rafah en la década de 2000, Hamás mejoró su armamento y comenzó a producir explosivos y municiones de fabricación local. Bajo la supervisión de Adnan al-Ghoul, Yahya Ayyash y Mohammed Deif, esta empresa se convirtió en una importante industria de producción de lanzagranadas propulsadas por cohetes “Yassin” y misiles “Qassam”.

Hamás se fundó para impulsar la resistencia armada contra la ocupación, pero en la práctica, la confrontación violenta siempre estuvo en tensión con el cálculo político. Para lograr un equilibrio entre ambos, el movimiento recurrió al concepto religioso de sabr, o “paciencia”. El estallido de la segunda intifada, en respuesta al fracaso de las conversaciones de paz en Camp David en 2000 y la provocadora visita de Ariel Sharon al Monte del Templo, tomó por sorpresa a Hamás. Los líderes reaccionaron intensificando los atentados suicidas, pero se dejaron guiar por los acontecimientos en lugar de liderarlos. El movimiento se había fundado en el rechazo a la partición y a un acuerdo político con Israel. Pero en la práctica, sus líderes estaban asimilando la idea de dos Estados con las fronteras de 1967. En junio de 2003, Ismail Abu Shanab, miembro fundador de Hamás, abogó por un acuerdo de dos Estados (dos meses después fue asesinado por un ataque con misiles de un helicóptero Apache israelí). En 2006, Ismail Haniyeh abogó por un Estado palestino soberano que abarcara Cisjordania y la Franja de Gaza, con capital en Jerusalén Oriental. Los vacilantes esfuerzos de Estados Unidos en Oriente Medio tras el 11-S también plantearon dilemas para Hamás. En plena segunda intifada, condenó los ataques de Al Qaeda, redujo la intensidad de sus operaciones militares contra Israel y ofreció un alto el fuego unilateral. Por el contrario, Israel convirtió con éxito la ocupación en otro campo de batalla de la guerra global contra el terrorismo. En Estados Unidos, Hamás se convirtió rápidamente en una coordenada del eje del mal (los terroristas suicidas no habían ayudado) y fue asimilado a Al Qaeda.

Si el 7 de octubre marcó un giro estratégico para Hamás, la pregunta obvia es: ¿no ha hecho que la posibilidad de una mejora en la situación palestina sea aún más remota? Gaza ha sido destruida. Israel afirma haber eliminado 23 de los 24 batallones de las Brigadas Qassam, aunque es un error concebir las capacidades de Hamás como si fueran un ejército permanente (una evaluación del Instituto para el Estudio de la Guerra y el Proyecto de Amenazas Críticas sugiere que solo tres de los batallones son, de hecho, ahora ”neficaces en combate”). Sinwar describió las muertes de gazatíes como «sacrificios necesarios» en la causa de la liberación. El historiador palestino Yezid Sayigh considera que el 7 de octubre retrasó treinta años la causa de la liberación palestina. ¿Quién tiene razón? Es el clásico dilema del revolucionario: al romper violentamente el estancamiento, se pueden desatar fuerzas que retardan o incineran los propios designios.

El 15 de enero de este año, mediadores cataríes anunciaron que Hamás e Israel habían acordado un alto el fuego. El acuerdo estipulaba una tregua de seis semanas durante la cual 33 rehenes israelíes serían liberados junto con cientos de palestinos en detención administrativa en Israel. La segunda fase, que incluiría la liberación de todos los rehenes restantes y la retirada completa de las fuerzas israelíes, se aplazó para más adelante. Lo mismo ocurrió con la fase final, que en teoría implicaría la reconstrucción de Gaza. Las operaciones militares israelíes en Gaza continuaron tras el anuncio del acuerdo. La fuerza aérea israelí celebró la noticia con una ronda de bombardeos y un importante ataque aéreo sobre Yenín, en Cisjordania.

Actualmente los ataques genocidas contra Gaza superan la crueldad de sus condiciones de formación. Hamás se ha transformado muchas veces en el pasado, y volverá a hacerlo. Los campos de tortura, las violaciones grabadas de detenidos palestinos, las filas de hombres desnudos y con los ojos vendados, arrodillados en el suelo entre los escombros de lo que una vez fueron sus hogares: ¿qué resultará de esto? Israel podría terminar deseando el regreso de la versión de Hamás que una vez maldijo.

Sacapuntas

Laura Poy Solano
Patricia Covarrubias Papahiu y María Magdalena Piña Robledo
Mariana Rondón

El timbre de las 8

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mentes Peligrosas

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández

Mirador del Norte

G. Arturo Limón D
G. Arturo Limón D

Tarea

Heyli Camila Gallegos Ruiz
Santiago Jareth Martínez Bautista
Juan Rafael Tellez Hernández
Mario Vargas Llosa
Ariana Yamilet Pérez Martínez
Alberto Domínguez Borrás
Antonio Gaddiel Aguilar Gaspa
“pálido.deluz”, año 14, número 176, "Número 176. El maestro y el alumno: mosaico del imaginario socioeducativo. (Mayo, 2025)", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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