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Lunes, Abril 29, 2024

Y aconteció aquella mañana cuando los destellos de luz comenzaban su resplandor, el canto de las aves anunciaban que ya venía una nueva oportunidad de ver el futuro para comenzar proyectos, otros ideales, nuevos desafíos que había que enfrentar. El abuelo Filo, que pasó su noche en vela pensando y reflexionando en una banqueta que, poco cómoda, hacía pensar en el suplicio de los que no tienen un colchón donde dormir y con su mirada fija en el horizonte que comenzaba a aclararse, se estiró para dar la bienvenida al nuevo día. En esa tímida mañana de campo, que pocos pueden contemplar, se acerca sigiloso aquel niño que la noche anterior andaba inquieto por la significancia de la Inteligencia Artificial, el cual se fue con más preguntas de las que llegó. Al parecer, hoy viene con más inquietudes, lo puede ver en la mirada, el abuelo sabio que se prepara para escuchar lo que tiene que decirle, antes de ir a sus labores campesinas. La escena se prepara con sumo cuidado como si se alistara un lugar para recibir una visita especial. El niño con los ojos pegados por la intensa noche que le cobijó el descanso, después de un efusivo abrazo de bienvenida al nuevo día, dirige su mirada al viejo y le pregunta….

Abuelo Filo ¿qué es aquello de lo espiritual y por qué es tan difícil de comprenderlo desde lo que somos como seres humanos? El abuelo sonrió, sabía que las inquietudes de la noche anterior fueron el detonante para la apertura del saber de un niño que quiere alcanzar el mundo de una sola brazada. Y después de un suspiro profundo al sentarse en su sitio preferido para contemplar la salida del sol que todo lo resplandece y con el niño sentado en sus rodillas, comenzó una de sus tantas historias.

Hubo una vez un ser humano que, en su inmensa sabiduría, quiso saber si existía algo que pudiera ser superior a la inteligencia humana, algo más allá de simples teorías, y empezó a soñar con los ojos bien despiertos y llegó a sentir que había algo que lo inspiraba para luchar y que cuando tenía interrogantes, no importaban el tamaño, había quien le respondía en el silencio y le ayudaba a comprender la realidad, sabía aquello que lo guiaba era más intenso que él, pero no lo podía ver, hasta que en sus muchas correrías en la búsqueda de sentido, descubrió que no estaba afuera, estaba dentro de él, que su fuerza salía a montones de su ser. Al descubrir este tesoro invaluable que brillaba más que el sol, decidió hablar con él y preguntarle sobre su fin en su interior; y en ese silencio que solo dan las tibias arenas de un desierto inmenso, aquello que lo guiaba comenzó a tornarse casi humano con facultad de hablar, lo cual no le dio miedo, pero al mismo tiempo, mucha curiosidad y empezó a intensificar sus interrogantes más profundas, después de un corto saludo como lo hacen los caballeros, le preguntó ¿dónde vive? y la voz le dijo que al interior de su cerebro; lo cual interpeló aquel hombre para decir, que muchos dedicados al estudio de aquello que está en la cabeza, nunca han dado registros de su existencia; aquel casi humano sonrió y le dijo que aunque los científicos han descubierto tantas cosas, se quedan cortos en explicar situaciones que pasan, como el lugar de los sueños, los pensamientos y las emociones, debes saber que yo estoy con ellos, los potencio, viajo al interior de cada ser humano, a veces cuando me descubren les da un cosquilleo y hasta sonríen, sienten que la eternidad les acompaña por un instante. Ya, entiendo, dijo aquel hombre sin estar muy convencido, pero con el deseo de saber más.

Y que haces ahí en ese lugar donde habitas, dar sentido, respondió aquel. Cómo así dijo el hombre, sí, cuando alguien me busca porque no encuentra respuestas en lo cotidiano o en las grandes teorías que parecen resolverlo todo, pero no han podido, acuden a y yo les ayudo, pero nunca me pueden ver. Es encantador verdad, ¿qué cosa? pregunta el hombre, servir a la humanidad sin ser visto, pero orientar para dar sentidos. Ahora comprendo un poco. Quiere decir que cuando la razón no alcanza, ¿usted interviene? Sí, pero solo si me buscan, de lo contrario, seguirán divagando por la penumbra de la ciencia posiblemente sin hallar respuestas, buen punto, pero cuál es tu nombre. Aquí en confianza me puedes llamar espiritualidad, otros me llaman religión, pero están muy lejos de lo que soy, ¿por qué? preguntó el hombre, porque la religión obedece a un credo específico, a un conjunto de ritos y yo, soy más grande: La espiritualidad trasciende la confesionalidad, y para poder alimentarla hay que hacer retiros, hay que hacer pausas en el camino de la vida para saber qué se está haciendo y emprender los nuevos desafíos acorde a lo meditado, eso la hace más interesante para poder dialogar con la inteligencia humana. ¿Cómo es eso? vuelve a preguntar… Mira, tú puedes meter el inmenso mar en una botella de agua. Nooo dijo el hombre, así es la espiritualidad, la cual acompaña la cotidianidad del individuo y a veces pasa desapercibida, algunas la cultivan muy bien y otros muchos quieren atraparla solo para ellos, ¿cómo la botella? Dijo el hombre, como la botella, le respondió la espiritualidad. ¿Te puedes imaginar lo que pasaría si algún día el ser humano lograra dialogar conmigo y con la razón al mismo tiempo? Sería algo ¡fantástico!, habría encontrado la solución a muchas incertidumbres que le rodean, alivianar pesos que la cotidianidad le carga, preocupaciones que llaman.

El niño bajo de las rodillas de su abuelo y cojeando se puso al frente y fijando su mirada al viejo le pregunta. Abuelo Filo …. ¿Por qué a veces confiamos más en la razón que en la espiritualidad? El abuelo Filo volvió a sonreír y con sus ojos cansados por el trajín de una semana sin fin, contempla el sol que sigue su senda hacia la media mañana y con un profundo suspiro contestó: Hay razones que solo razón serán y hay instintos que incitan que espiritualidad llamarán.

 

¿Qué significa eso? preguntó el niño confundido.

El abuelo tomó su herramienta de campo y llevándola al hombro, avanzó a tomar el surco que ya lo esperaba mientras el niño le seguía cojeando. Veraz hijo, hay razones que la ciencia ha otorgado y que pueden comprobarse como válidas, pero no pueden tomarse de absolutas, ¿sabes por qué niño? no, no lo sé, por qué el ser humano entre más descubre, debiera profundizar más para saber que el conocimiento no se agota, se amplía cada vez, algunos van por el mundo creyendo que ya eso es todo y ya no hay nada más. El género humano entre más conoce debiera ser consciente de su valor en el mundo, de su fragilidad como especie, y debiera agotar esfuerzos por conocerse a sí mismo, eso si fuese una gran hazaña. ¿Por qué? pregunta el niño mientras retira unas malezas de aquel cultivo; porque esto implica un viaje al interior, al castillo del alma, enfrentarse a sus propios demonios y a veces aprender a bailar con ellos para poder salirles al paso y enfrentarlos, y eso mi querido niño solo lo puede hacer la espiritualidad, aunque hay que insistir que ella traspasa las confesionalidades religiosas incluso, es una invitación abierta a los que dicen no creer en nada. Las preguntas de fondo siempre debieran existir para sacar a la humanidad de la zona de confort en la que vivimos. ¿Esto es una zona de confort para ti abuelo Filo? Pregunta el niño, cuando nos estancamos en un lugar y no producimos nada y nos quejamos y nos quejamos, pero no evolucionamos, esto puede ser leído como la zona de confort y la particularidad de este acontecimiento es la queja.

Ahora hijo, cuando me observas en el cultivo, en el campo o en la tibia noche que nos acompaña ¿me ves emitiendo alguna queja? No, nunca contestó el niño, al contrario, te veo sonriente y bendiciendo cada día. Entonces ahí tienes la respuesta, no vivo en una zona de confort, cada día quiero que sea mejor que el anterior y lo vivo intensamente como si fuera el último y todo gracias a la espiritualidad que siempre me acompaña en la sabiduría de la vida, aunque, no le puedo negar que unas veces dialogo con la inteligencia, con mi propia razón, pero siempre me gana la intuición, la práctica, la astucia de ser de campo. Abuelo Filo ¿tu prácticas alguna religión para ser tan espiritual? Preguntó el niño quien sentado observa a su abuelo descolgar con sumo cuidado los frutales de su cultivo.

Oh ¡ sí, mi religión es la vida, actuar coherentemente con lo que digo y hago y mi espiritualidad viene de la contemplación de ésta gran obra llamada universo. Es increíble que esto sea un accidente de la naturaleza, alguien lo tuvo que haber creado, así aunque la ciencia diga otra cosa. De vez en cuando, hay que colocar a dialogar la espiritualidad con la razón para que se pongan de acuerdo en la diferencia y saber que ambas son constructoras de verdad con métodos distintos, mientras una habla de la inducción y la deducción, la otra evoca una realidad trascendente que sabe que existe, pero no la ve, pero que se puede conectar con ella desde su interior, en el silencio y ambas favorecen al ser humano para que equilibre su vida.

Cuando el sol era más intenso y llegaba a sus coronas, el abuelo Filo tomó sus frutos, su herramienta y encaminó sus pasos en busca de alimento que llenara su estómago, detrás, el niño cojeando con una pajilla en su boca le sigue y no pierde la oportunidad para volver a preguntar. Abuelo y el hombre de la historia ¿quién es? el abuelo fatigado por el peso de los años y la larga caminata no pierde la oportunidad de enseñar, suspira y dice: el hombre de mi historia puedes ser tú con tus muchas interrogantes que busca respuestas de lo que sucede, algunas satisfacen, otras nos dejan desconcertados y algunas ni se encuentran; pero ese es el camino de la vida, de lo cotidiano; por otro lado, puedo ser yo que a pesar de mis años sigo contemplando el horizonte tratando de comprender este mundo, dialogando con la razón y la espiritualidad. Aunque el enigma de lo espiritual, mi querido niño es que siempre tiene respuestas a los interrogantes más grandes que tiene el ser humano, pero la idea es que dialogue siempre con la razón buscando un equilibro para no confundir, sino complementar.

El niño adelanta corriendo al abuelo diciendo: me voy para tener la oportunidad de contemplar el silencio antes de que llegue la razón y me interrumpa; pero no corras tanto hijo, recuerda que la espiritualidad anda sin afanes, sin presiones y cuando menos pienses, te habla y te cuestiona, recuerda respirar profundo hasta que puedas sentir el alma, solo así la hallarás. Cuándo llegó a la casa buscó el lugar preferido de su abuelo, aquella banqueta incómoda donde contempla el horizonte; silenció sus sentidos, siguió paso a paso las instrucciones del viejo, evocó algunas oraciones que su abuela religiosamente le había encomendado y empezó ese inmenso viaje al interior, hasta que pudo sentir su propio corazón, esperando que aquella, la espiritualidad le hablara y le respondiera algunas cositas que quería saber, sobre todo ocupaciones sencillas que atañen la vida. Como ¿quién soy y cuál es mi misión en este mundo?

El abuelo Filo continúa su camino con sus lentos pasos que le procura la vejez, y al unísono, contempla la sombra que le da el sol al lado izquierdo del camino y, mientras avanza va hablando para sí y dice: La ciencia nos tiene que enamorar para la vida, nos debe llevar a comprender la realidad del mundo, y la espiritualidad le dice cómo ¿Se imaginan el día en que el ser humano decida hacer un alto en su vida y pensar por un instante su sentido en ella y lo haga a través de la espiritualidad? Valdría la pena. Y sigue su sendero hacia su morada repitiendo una frase “esta tarde será una nueva oportunidad para aprender, para preguntar y aquí estaré para cuestionar”. El abuelo sonríe y vuelve a hablar: el enigma de lo espiritual resulta más coherente que lo natural. Brindo por eso. Salud.

 

 

 

 

Referencias

 

Cury, Augusto (2022) El futuro de la humanidad. Colombia. Océano

Désiré Rigobert(2020) Inteligencia artificial, una palanca de desarrollo humano integral en

África: Oportunidades y desafíos éticos y antropológicos. Pontificia UniversitasComillas. Madrid. Disponible en: chrome- extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.co millas.edu/jspui/bitstream/11531/48122/1/DEA001239.pdf

García, Ezequiel (2013) El castillo del alma. Revista de espiritualidad.72, pp. 573-

574.disponible en: https://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/2125articulo.pdf Huxley, Aldous (2021) Un mundo feliz. Globals Ediciones. Bogotá

Juan Pablo II (1998) Fides et Ratio. Carta encíclica

Llinás, Rodolfo (2002) El cerebro y el mito del yo. Norma. Bogotá Moure, Gonzalo (2016) El alimento de los dioses. Bogotá.SM

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