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Lunes, Abril 29, 2024

El documental cinematográfico no es el género por el que es conocido y reconocido Giuseppe Tornatore, realizador de joyas del séptimo arte como: Cinema Paradiso (1987), Todos estamos bien (1990), La Leyenda del pianista del Océano (1998), Malena (2000), entre otras. Aunque, según su filmografía, Tornatore realizó algunos documentales al inicio de su carrera y a mediados de los años noventa del siglo pasado; obras como: La pantalla de tres puntas (1995) Riccardo Freda (1996). Más recientemente El último leopardo: Retrato de Goffredo Lombardo (2010) y Ennio, el maestro (2021). Sobre esta última obra, que pasó inadvertida en nuestro país y que representa un extraordinario homenaje a uno de los compositores de música en la historia del cine, es al que nos referiremos en este espacio.

Ennio Morricone vivió más de noventa años —de 1928 a 2020– por lo que este documental es un digno reconocimiento al creador de la música de más de quinientas películas, incluidas algunas de las más grandes realizadas por Tornatore y otros directores no sólo italianos.

El documental esta lleno de recursos cinematográficos como la inmensa cantidad de voces, entrevistas y opiniones de personajes que fueron tocados por el talento de este músico. Aunque el filme comienza con un Morricone muy adulto haciendo ejercicio y estiramientos en su sala, manteniéndose en forma, vemos un largo flash back, prácticamente hasta la infancia de Ennio. Así, nos enteramos de su padre, también músico y trompetista, y de los deseos de Ennio por ser médico. Pero en el contexto del fascismo y la guerra en Italia su padre le impondrá que estudie en el conservatorio: primero como trompetista, después, por consejo de un profesor, estudiará composición con el célebre Godoffredo Petrassi, que nunca valoraría el talento formativo de Ennio, por ser trompetista y por dedicarse a la música para el cine.

En el curso de la obra documental, también nos enteramos de los primeros trabajos de Morricone como arreglista para cantantes de la música popular de Italia en los años cincuenta y sesenta del siglo XX.

Algo que reivindica el documental de Tornatore consiste en el valor que tiene la música en el cine. Invisible en apariencia, pero presente con una sonoridad que acompaña, acentúa, da sentido a la imagen y escenas para dejar una huella indeleble en la mente del espectador.

La música en el cine se incluyó desde sus orígenes, a pesar de que iniciara sin sonido. En las salas de proyecciones donde se exhibían cintas, desde los Lumiere, había algún pianista, pequeña orquesta o gramófono que acompañaba con música clásica las escenas mudas en las pantallas. Sin embargo, eran sólo un complemento para opacar el sonido de las bobinas del cinematógrafo o para darle un toque más artístico a las proyecciones.

El documental de Tornatore nos lleva a entender que Ennio fue transformando la idea de que la música en el cine sólo funcionaba como acompañamiento; y que la considerara, en cambio, como el gran transversal inevitable en el séptimo arte. Allí se describe, entonces, el caso de la relación que Morricone mantendrá con Sergio Leone y la creación del espagueti western. Así, presenciamos una exquisita clase del Maestro Ennio en el que cuenta la génesis de sus ideas musicales en cintas como Por un Puñado de dólares, El bueno, el Malo y el feo, Érase una vez en América. Morricone explica por qué utilizar determinados instrumentos en determinada secuencia, por qué incluir los silbidos, los tambores o gesticulaciones. Lo observamos con la batuta o dirigiendo con sus dedos. Vemos a Ennio sugerir sonidos o balbucear los temas, escribir las notas en forma nítida sobre los pentagramas. Observamos, además, los conflictos que el compositor enfrenta con los directores, y los buenos resultados cuando le dan la confianza de proponer piezas, creativamente.

Lo que sorprende en Ennio es que jamás abandonará el oficio de hacer música para cine y dignificará este oficio conforme va avanzando su edad; se va consagrando, pero va sentando las bases de un artista que será buscado y reconocido en todo el mundo. Va aumentando con cada obra el reconocimiento de la música en el cine, hasta volverla un campo de producción, estético, de conocimiento y recreación. Sin lugar a dudas, Ennio Morricone instaura en el cine la relación sustancial entre música e imagen, de tal manera que, a partir de sus colaboraciones, el espectador recuerda una película o escenas con tan sólo escuchar algunas notas; o al ver las imágenes de un filme, las melodías resuenan en la mente del público. Así, su música ha trascendido el ámbito del séptimo arte, impactando en el mundo comercial y específicamente musical al producir todo un género centrado en la banda sonora, soundtracks de películas y conciertos en los que el mismo Morricone fue protagonista. Basta escuchar los comentarios de músicos notables que entrevista Tornatore en el filme, como John Williams, Hans Zimmer, Quincy Jones, Pat Metheny, Bruce Springsteen, Joan Baez o James Hetfield.

De esta manera, es que hay partes verdaderamente emotivas en el filme, como la creación de la música para La Misión (Joffe, R. Reino Unido,1986), en la que Ennio entrelaza, de manera genial, tres estructuras musicales que se van yuxtaponiendo y complementando en el soundtrack del film, considerando música religiosa, cantos indígenas e himnos de guerra con las poderosas imágenes y actuaciones de la cinta.

Otros momentos notables del documental Ennio, el Maestro son cuando regresa a trabajar con Sergio Leone en Erase una vez en América. Allí, el director Leone hace un experimento insólito: ya tenían grabada la música para la cinta, por lo que pide que la transmitan mientras filman las escenas en directo. Robert de Niro, uno de los actores, le solicita a Sergio Leone que mantenga la emisión de la música porque le ayudaba a representar con más vigor el papel del personaje. En otra parte del documental se muestra el trabajo con el joven Tornatore para la realización de la extraordinaria banda sonora de Cinema Paradiso. También vemos de manera incrédula cómo es que la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de los Estados Unidos de Norteamérica, se niegan por largo tiempo a otorgarle un Oscar, aunque lo habían nominado varias veces en la categoría a mejor música.

En el 2006 tratan de enmendar este grave error entregándole un Premio Honorifico. Es notable ver que Morricone no paró y siguió componiendo música para películas, ganando diez años después el Oscar a Mejor Banda Sonora por Los 8 más odiados, de Tarantino, quién declaró, sin ningún pudor, que su músico favorito de todos los tiempos era Ennio Morricone, por arriba de los Barrocos, los Clásicos y los Románticos.

El documental Ennio, el maestro es una excelente oportunidad para comprender el lugar que ha ocupado Morricone en la historia del cine, además de volver a ver, recordar y revisar películas maravillosas en las que la fusión entre música e imagen son una constante. Y también para apreciar un maduro y sencillo Ennio Morricone que dicta cátedra con la batuta en la mano; que escribe con la goma, el lápiz y el pentagrama; que se impone, sereno, dirigiendo una orquesta y que aparece, tranquilo e imperturbable, en su estudio con la lucidez de un adulto mayor que se aventuró a componer la hermosa música para el séptimo arte.


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“pálido.deluz”, año 11, número 163, "Número 163. Gentrificación, cultura y educación. (Abril, 2024).", es una publicación mensual digital editada por Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México, C.P. 11420, Tel. (55) 5341-1097, https://palido.deluz.com.mx/ Editor responsable Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández. ISSN 2594-0597. Responsables de la última actualización de éste número Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán y Armando Meixueiro Hernández, calle Nextitla 32, Col. Popotla, Delegación Miguel Hidalgo, CDMX, C.P. 11420, fecha de la última modificación agosto 2020
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